miércoles, 31 de agosto de 2011

Un dash de bilis


Ayer en la mañana, camino a la universidad, no pude evitar contemplar detenidamente cada trazo de cada grafiti que iba encontrando en el paisaje que me ofrecía la ventanilla del pesero. Estos muchachos grafiteros son una maravilla. No discriminan ni casas ni negocios ni puentes ni lugar alguno donde se pueda orinar (o “pintar”).

No tiene una idea, querido lector, lo feliz que fui imaginando que podía agarrarlos a todos. Los pondría, formaditos por edades, de espaldas al muro bendecido con sus dotes, y les cortaría la mano que más usen y subiría el video a Youtube. Muchos se preguntarán, “¿por qué harías eso?” Dos razones, a saber: Primero, porque con la mano que les quede quiero que deshagan sus gracias. Segundo (y no menos importante), porque quiero que les cueste más trabajo.

Pero ese soy yo, encontrando en Youtube una solución porfiriana a la contaminación visual.

¿Usted les pediría, de favor, que reflexionen?



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