lunes, 14 de marzo de 2011

Hombre cabal


Hay pocas cosas en la vida más nauseabundas que las pláticas de rompimiento. Es muy difícil que los dos estén en el mismo canal. ¿Por qué? Bueno, como dice Juan Pérez, pocas parejas aceptan sanamente que uno de los dos siempre quiere más que el otro. Es por eso que hay dos escenarios posibles a la hora de cortar:

a) Los dos lloran y lloran. En éste escenario no se puede hablar en concreto de un culero; simple y sencillamente, la relación se hace insostenible y revienta. Eso sí, a la hora de la despedida, entre mocos y suspiros es imposible que la gente entienda de razones, ¿o no? Intenten convecer a un pinche monstruito cagón de menos de cinco años de que la semana que entra le vas a comprar su puto Winnie the Pooh.

b) Ella es la culera. Él, buen mozo, buen tipo, cree que todo va bien, ¡pero no! Regularmente, en una día con planes equis, ella te cita más temprano de lo acordado..."sí nos vemos, gordo, pero quiero hablar contigo primero". Eso significa una sola cosa: Ya está decidido y nada más te está informando (sin explicaciones, claro).

A continuación, dilectísimo lector, quiero compartirle un ejemplo típico de lo lacerantes que pueden ser las palabras de un hembra ardida.

- ...
(Después de dar por terminada la plática en cuestión, tiene lugar un prolongado silencio. Con un par de tímidas lágrimas en los ojos, el gallardo ex novio reanuda la conversación)
- Bueno pues. ¿te llevo a tu casa, no?
- Mmm... sí, por favor.
- ...
(Silencio incómodo no.1. La arpía es quien reanuda la plática)
- Mira, si necesitas un tiempo, espacio y así, lo entiendo; lo que no entendería es dejar de ser amigos.
- ¿Perdón?
- Sí, sí. O sea, que igual y no es fácil pero vale la pena intentarlo.
- ¿Qué cosa?
- Pues ser amigos.
- ...
(Silencio incómodo no. 2. Después de una profunda reflexión, es él quien contraataca)
- ¿Nos vamos a seguir acostando?
- No, o sea, ash... no sé qué te pasa, amigos nada más.
- ¡¿Estás pendeja, amigos como para qué?!
- Bueno, o sea, yo nada más decía...
- ¿Amigos? ¡amigos mis huevos y no se hablan!

¿No tengo que justificarlo, o sí? He ahí, Mundo, un hombre cabal.

(¡Fiuu!, no olvidé ninguna alternativa).

2 comentarios:

  1. No tengo cómo decirte que no llevas razón. Así es siempre... Uno todo buen pedo y con buenas intenciones, y aquellas ARPÍAS llegan a destrozar siempre la ilusión... Y luego no se quieren acostar.

    ¡Jaja muy bien amigo!

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