sábado, 21 de agosto de 2010

De cuando conocí a un mago.


Un par de días atrás, fui a tomar café con una amiga. Después de algunas horas, se acercó un señor, de unos cincuenta años, que se presenta como mago. Sacó un deck, revolvió y me dijo que sacara una carta. Cuando acerqué mis dedos a la baraja, se echó hacia atrás para que no la alcanzara y señalándome con el índice izquierdo, inicia la siguiente conversación:

M: Daniel, ¿verdad?, ¿qué es más rápido, la mano o la vista?
D: No, pues, la mano.
M: ¿Seguro?
D: Sí, claro.
M: ¿Cien por ciento?
D: Sí, de verdad.
M: A ver, agárrame los huevos enfrente de todos sin que te vean.
D: [...]
M: Jajaja.

Chale, no supe qué decir, nada más me sonrojé.

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