martes, 31 de agosto de 2010

De cuando ya no lo vuelvo a hacer

Compañeros, les debía éste. Saludos.

Hace unos días desperté, como cada mañana, temprano para irme a trabajar. Como cada mañana también, abrí el agua caliente de la regadera, tire el miedo mañanero y me dispuse a lavar mi puerco. Perdón, cuerpo.

Al salir de la regadera, envolví mi gigantesca toalla en la cintura y me acerqué al lavabo pues disponía a rasurarme la barba. De pronto, al quitar con la mano el vapor del espejo para poder ver lo que hacía - Oh, sorpresa... Ahí arriba, donde terminaba una de mis entradas (pelona), se observaba un leve brillo blanquecino... En efecto, era una cana. Mi primer cana, de hecho.

No podía creerlo. Mi cabello empezó a caerse desde los 18 años; 5 años después es algo que ya tengo más que digerido y aceptado. Es más, hasta siento que me veo más guapo así (jajaja). ¿Pero canas? ¿Pelona y canas? Eso es más de lo que cualquier joven debería de aguantar. ¿O no es cierto?

En fin, el caso es que me arranqué la cana con furia (llevándome de paso varios otros cabellos que no tenían por que dejar mi cabeza todavía) y la sostuve con dos dedos frente a mi cara por al menos unos cinco minutos. ¡La veía y aún así no lo creía! Hacía mucho no me deprimía como durante esos cinco minutos.

Era lógico; pensé en las desveladas de todos los días, las borracheras, las presiones en la oficina, los conflictos interpersonales, los esfuerzos, todo; todo en exceso. Demasiado de todo. Era obvio que tarde o temprano repercutiría en mí de otro modo además de ojeras. Aunque definitivamente no lo esperaba.

La vida es corta, yo lo sé. ¿Es tan necesario vivirla preocupado por pendejadas como ésta? Claro está, lo de la cana ya lo superé. Me molestó durante un par de días pero, por lo visto, es más normal de lo que parece.

Platicando con algunos amigos llegamos a ésa conclusión: las generaciones de hoy en día tenemos muchas más presiones que las de décadas anteriores. Hay poco trabajo, la paga es menos, hay que esforzarse el doble o triple para lograr lo que se lograba antes con una dedicación moderada. Hoy en día tenemos más presiones y preocupaciones. También empezamos con ciertos vicios desde más jóvenes. Son vicios que nos desgastan, nos consumen y nos acaban. ¿Hacer el amor es un vicio, no?

Nótese, no me estoy quejando. Simplemente estoy exponiendo las cosas tal cual son. Pero definitivamente ésa cana me abrió los ojos. Hay ciertas áreas de mi vida que puedo relajar para evitar el seguir deteriorándome.

Dejaré las fiestas, las borracheras, las drogas, el cigarro; dejaré las presiones innecesarias, los enojos con el jefe, las disputas con mujeres; dejaré el sexo.

Yeah, right.

PD: No, no me ha salido otra. Yo les aviso.

sábado, 21 de agosto de 2010

De cuando conocí a un mago.


Un par de días atrás, fui a tomar café con una amiga. Después de algunas horas, se acercó un señor, de unos cincuenta años, que se presenta como mago. Sacó un deck, revolvió y me dijo que sacara una carta. Cuando acerqué mis dedos a la baraja, se echó hacia atrás para que no la alcanzara y señalándome con el índice izquierdo, inicia la siguiente conversación:

M: Daniel, ¿verdad?, ¿qué es más rápido, la mano o la vista?
D: No, pues, la mano.
M: ¿Seguro?
D: Sí, claro.
M: ¿Cien por ciento?
D: Sí, de verdad.
M: A ver, agárrame los huevos enfrente de todos sin que te vean.
D: [...]
M: Jajaja.

Chale, no supe qué decir, nada más me sonrojé.

lunes, 16 de agosto de 2010

De cuando me cagas. O sea, hoy.

Nunca falta el topil que siempre quiere a huevo tener la razón en todo. Igual y ni sabe de lo que habla (la mayoría de las veces) pero ha de meter su cuchara y quererte hacer ver tu error y demostrar, como pueda, que la razón es suya.

Por lo general evito discusiones con gente así de terca (o sea, igual que yo) y les doy el avión. Digo, dentro de mí sé perfecto que soy yo el que está bien, jajajaja. No, de verdad, ¿por qué somos tan tercos? Incluso necios, muy necios.

Creía que la mayor demostración de terquedad que había visto era el clásico borracho que, aunque sin contar con la habilidad del habla ni la del equilibrio (y varias habilidades más), se muestra renuente a evitar manejar su automóvil de regreso a su casa y dejar que alguien más lo lleve. "Estoy bien, no chinguen". Y claro, aunque varios de nosotros creemos tener dominada la técnica del "piloto automático", la mayor de las veces éste tipo de circunstancias terminan en accidente. A veces en tragedia.

¿Por qué, entonces, si sabemos que éstas cosas ocurren y además las vemos ocurrir tan a menudo, las hacemos también nosotros? De dónde sale ese impulso a ser terco, a necear?

¿Por qué, después de darte cuenta que no te saludé, que es evidente que evito cruzar palabra contigo, que todo el mundo se da cuenta que evito incluso mirarte de reojo, por qué, entonces, insistes y has de plantarte junto a mí, querer hacerme la plática o inventas cualquier pendejada para que yo me vea forzado a contestarte? Porque sabes que debo contestarte, es mi trabajo.

Pensé que aquel clásico borrachín necio era el mayor exponente de la terquedad que había visto; hasta que tú entraste en mi vida. No puedo creer lo mucho que detesto tu sola presencia en éstos momentos. Y todo sólo por ser tan necia. Me cagas.

Mejor sé como cualquier gata. Al primer patín que le dan a la muy zarrapastrosa, la pendeja sabe que no le conviene volverse a acercar. Al menos, hasta que le vuelvan a llenar su platito de atún.

domingo, 15 de agosto de 2010

De cuando dijiste "no me importa".

Dios, en su infinito ocio, creó a seres excepcionales como Walter Mercado, Madame Sazú y Julio Esteban. Seres asexuados que siempre saben qué pedo. A los demás nos dejó la incertidumbre, el frío y nos rellenó de tripas.

Hace muchos años, antes que Platón o Sócrates o Tales de Mileto dejaran de babear, hubo hombres sabios que descubrieron todo esto. Consecuencias de ello nos han acompañado siempre. No ha faltado quien alce la mano para sacarle jugo. Por eso existen las religiones y el Melate. Las primeras putas datan de algún diciembre, me cae.

te diste cuenta de que tenía tripas. No dijiste nada.

Resulta que no se puede escuchar lo que no se dice. No cejar en el intento me hace querer dormir cansado. Es como servirse cereal y caer en cuenta que no hay leche. A mí, por ejemplo, a veces me da por el enojo, otras nada más guardo el cereal y ya. Pero nunca voy por leche. No es que sea tonto, el hambre no se quita, se van las ganas. Y así es como te pienso: con hambre, sin ganas.

Lo que no logro hilvanar con todo esto es la nece(si)dad de mandar a chingar a su madre en abonos, o sea, poquito a poco. A lo mejor soy bien pinche anticuado pero prefiero el tequila's style, me cae. Por eso, corazón, "cuando las cosas no te salgan bien, tómate un laxante y verás que te saldrá todo, todo, todo, lo que te sobra".

sábado, 14 de agosto de 2010

De cuando "disque" ya no puedes más.

"El tiempo cura todas las heridas".

- Señor, ¿me da por favor una caja de "Tiempo" en comprimidos, por favor? 500 mg, si me hace favor.

- [...] Ya revisé joven, y sólo tenemos supositorios.

- Híjole. No, mejor lo dejo pasar. Gracias.

jueves, 12 de agosto de 2010

De cuando todo lo que brillaba era oro


C: Güey, acabo de ver unas fotos de Mengana Peralvillo y no me gusta nada.
D: ¿Y...? Ya no andas con ella, equis.
C: No, no mames, pinches amigos culeros que tengo.
D: Ajá... y eso es porque...
C: Ya ni la chingas, ¿por qué nunca me dijeron que estaba tan fea?
D: Ay, va. Equis, güey, éramos muy jóvenes. Además, yo no tengo la culpa de que te aventaras como el Borras, como fuera y contra lo que fuera.
C: ¿Jóvenes = mal gusto?
D: No. Jóvenes = te pega por donde sea y no te das cuenta y tus amigos menos porque están igual de pendejos.
C: Jajaja... te la compro pero no me vuelvas a dejar andar con una fea, güey.
D: Jajaja, pinche Carlos, por eso nunca vas a brillar en sociedad, me cae.

Recuento general (inútil)


Hay muy pocas cosas que a mis veintitontos años no me fallan aún.

El aparato digestivo está en putiza con la gastritis, colitis, salmonela, y cuanta mamada le debo a taqueros, torteros, tamaleros, garnacheros en general, amigos todos. Los pulmones, junto con garganta y tráquea, están a favor del puro que porque no los madrea tan culero como los pinches Marlboro. Quien viene siendo don sistema nervioso central, está obnubilado por una pinche efervescencia hormonal de adolescente tardío que me trae chaqueteando las banquetas.

Los ojos vinieron grandotes y bonitos y bien pendejos (sí, bonitos, ¿qué pedo?). Las papilas gustativas y la lengua no hacen otra cosa que comparar todo con tu piel y sus sabores. Mis manos no encuentran sitio sino en las tuyas. Tu olor y tu pelo son armas de alto calibre contra mi nariz.

Pero si algo me rompe la madre es perder el equilibrio. No hay peor cosa para mis oídos que tu silencio.

sábado, 7 de agosto de 2010

Beatnik

*Advertencia a mi considerado lector: no sé hacia dónde va este post. No tiene una idea fija y, como si en sí mismo fuera un beatnik, irá a hasta dónde las ganas o el morbo lo dejen botado.

1. Este es el mundo:


O, por lo menos, una parte pequeñísima de él. ¿Qué es lo más grande que, con nuestros ojos, hemos visto? ¿El mar? ¿Una inmensa ciudad que va creciendo bajo nuestros pies mientras despegamos torpemente en un avión? Nada, nada que nuestros ojos hayan visto es tan grande como el mundo. Me imagino que si uno pudiera ser realmente consciente del tamaño de la Tierra se volvería loco. Pobrecillos los astronautas que ven tanta inmensidad con unos ojos hechos para ver lo fragmentado, que no nacieron para el absoluto.

Por si fuera poco su tamaño de Titán, la Tierra cometió la putada de ser esférica. Cómo si, burlándose de nosotros, nos impidiera poder marcar un inicio un un final. La Tierra infinita que nace con cada paso que damos. Pienso en los mapas antiguos, dónde aparecía el fin de la Tierra y monstruos terribles se usaban para decorar las zonas que el hombre desconocía.

¿En sus mapas, cuánto espacio estaría habitado por dragones? ¿Cuántos lugares precisos podrían marcar en el mapa inmenso diciendo: "sé que este lugar existe y no es un invento plagado de monstruos porque mis pies han estado ahí"? ¿Veinte? ¿Ochocientos? ¿Siete mil docientos veintiuno? ¿Y en porcentaje? Yo no pasaré de un 5% del globo terráqueo. Vivo en un mundo lleno de dragones.

2. A veces pienso en los beatniks y una nostalgia de como quinientos años me cae encima. Pienso en Kerouac y su necesidad absoluta de viajar, de mantenerse en movimiento, como si en el viaje geográfico estuviera implícito otro viaje, mucho más hermoso y no menos inmenso, un viaje hacia una comprensión de yo, hacia la no circunstancia, el estado más puro del ser. Eran seres terriblemente libres en una época en la que la libertad significaba otra cosa que ahora no comprendemos. A veces, los pobres, perdidos en ese infinito de libertad se sentían sofocados, como absorbidos por un todo absoluto y tremendo que no podían asir con las manos. Pero eran libres. Dolorosa y locamente libres.



3. De algún modo, siento esta necesidad de viajar. Este impulso de libertad, de la libertad que da el espacio infinito. A veces, me quedo frustrada, por horas, viendo el pequeño pueblo dónde vivo en un mapa que voy haciendo cada vez más y más grande. Pienso que el mundo es tan ancho y a la vez, tan ajeno. Tengo tantas ganas de poseerlo todo, de pisarlo, de nadarlo, de correrlo. A veces, me encantaría que un beatnik me robara en su motocicleta y me llevara a recorrer el mundo. Esta hambre que tengo, señores, es un hambre insaciable que viene de atrás, desde hace muchos años, esta hambre que tengo, señores, es un hambre que el vive en las tripas del hombre desde que, en algún planisferio dibujó el primer y terrible dragón de la impotencia.

martes, 3 de agosto de 2010

Ganas.

Tengo ganas de quererte. De estar disponible para ti. No es que esté "ocupado" como tal... Es que en mi cabeza y en mi corazón no hay cabida para algo tan fuerte. Ahora no. Not yet.

Tengo ganas de estar junto a ti, de que quieras estar conmigo, que me busques. Tengo ganas de besarte. De besarte todo el tiempo.

Tengo ganas de cuidarte y que me cuides.

Tengo ganas de despertar y tu corazón esté conmigo. De irme a la cama y dormir contigo.

Pero por más ganas que tenga, debo decir que la conciencia me supera en éstos momentos; sé que aunque lo quiera, no puedo estar ahí para ti. Al menos no ahora. Es realmente molesto y en ocasiones, doloroso. Pero así están las cosas.

No voy a pedirte nada. Ni que me esperes, ni que me entiendas. No sería justo. Tampoco haría sentido. Todo lo que quiero es que sepas que sí quiero.

Tengo ganas de besarte. De besarte todo el tiempo.

Y ante todo, te quiero a ti. Sólo a ti.